Los residuos detectados en el proceso de tratamiento juegan un papel fundamental al actuar como remanentes esenciales en la absorción del exceso de oxígeno disuelto en el agua. Esta función de absorción es de vital importancia para prevenir la corrosión en el interior de la caldera, salvaguardando así la integridad del sistema y asegurando su funcionamiento eficaz y fiable a lo largo del tiempo. A través de un minucioso proceso de titulación, se lleva a cabo la determinación precisa de la cantidad de sulfito residual, un compuesto químico empleado en el tratamiento con la finalidad de neutralizar el oxígeno presente en el agua.
Estableciendo un rango aceptable de concentración para el sulfito residual, se garantiza que el tratamiento sea efectivo y se mantenga dentro de los límites óptimos de seguridad y rendimiento. Dichos rangos de concentración se expresan en partes por millón (ppm), con un máximo permitido de 40 ppm después de un período de tratamiento de 20 minutos. Este control meticuloso de la concentración de sulfito residual no solo asegura una protección adecuada contra la corrosión, sino que también promueve la durabilidad y la eficiencia operativa a largo plazo de la caldera, contribuyendo así a la integridad de los sistemas industriales y a la optimización de los procesos productivos.