El pH, también conocido como potencial de hidrógeno, es una medida esencial que nos ofrece información sobre la concentración de iones de hidrógeno presentes en una solución. Representada en una escala que abarca desde 0 hasta 14, esta medida nos revela importantes aspectos sobre la acidez o alcalinidad de una sustancia. Por ejemplo, valores por debajo de 7 indican una naturaleza ácida, mientras que valores por encima de 7 apuntan hacia la alcalinidad. El agua pura, en su estado neutro, exhibe un pH de 7.0, lo que significa que su concentración de iones de hidrógeno está equilibrada, proporcionando una solución que no es ni ácida ni alcalina.
Cuando el pH desciende por debajo de 7.0 y se acerca a 0, estamos frente a un aumento en la acidez. Este descenso señala una mayor presencia de iones de hidrógeno, lo que confiere a la solución una naturaleza química más ácida. Por otro lado, cuando el pH se eleva desde 7.0 hasta 14.0, observamos un incremento en la alcalinidad. En este caso, la solución exhibe una menor concentración de iones de hidrógeno y, en cambio, una mayor concentración de iones hidroxilo, lo que la convierte en una solución más básica o alcalina.
Es esencial tener presente que los cambios en el pH pueden tener repercusiones significativas en una variedad de procesos químicos y biológicos, así como en la calidad del agua y en el funcionamiento de sistemas ambientales y de tratamiento de aguas. Por consiguiente, la monitorización y el control del pH son aspectos críticos en una amplia gama de aplicaciones industriales, ambientales y de salud, garantizando así un manejo óptimo y seguro de las sustancias y los sistemas implicados.

